2 Vayamos al Jordán y tomemos allí cada uno una viga, y nos
haremos allí un lugar para habitar en él.» Dijo: «Id.»
3 Uno de ellos dijo: «Dígnate venir con tus siervos.» Dijo él: «Iré.»
4 Se fue con ellos y llegando al Jordán se pusieron a cortar los árboles.
5 Estaba uno derribando una viga cuando el hierro se cayó al agua y
gritó diciendo: «¡Ay, mi señor, que era prestado!»
6 El hombre de Dios dijo: «¿Dónde ha caído?» Y le mostró el sitio.
Entonces cortó un trozo de madera y lo arrojó allí, y sacó el hierro a flote.
7 Dijo: «Hazlo subir hacia ti.» El extendió su mano y lo agarró.
8 El rey de Aram estaba en guerra con Israel y celebró consejo con sus
siervos diciendo: «Bajad contra tal plaza.»
9 El hombre de Dios envió a decir al rey de Israel: «Ten cuidado de
esa plaza, porque los arameos bajan contra ella.»
10 El rey de Israel envió gente al lugar que el hombre de Dios le había
dicho. El le advertía y el rey estaba allí alerta, y no una ni dos veces.
11 El corazón del rey de Aram se inquietó por este hecho, y llamando
a sus oficiales les dijo: «¿No me vais a descubrir quién nos traiciona ante el
rey de Israel?»
12 Uno de los oficiales dijo: «No, rey mi señor, sino que Eliseo,
el
profeta que hay en Israel, ha avisado al rey de Israel de las palabras que has
dicho en el interior de tu dormitorio.»
13 El dijo: «Id y ved dónde está y enviaré a prenderlo.» Se le avisó
diciendo: «Está en Dotán.»
14 Y mandó allí caballos, carros y un fuerte destacamento, que
llegaron por la noche y cercaron la ciudad.
15 Al día siguiente se levantó el criado del hombre de Dios para salir,
pero el destacamento rodeaba la ciudad, con caballos y carros, y su criado
le dijo: «¡Ay, mi señor!, ¿qué vamos a hacer?»
16 El respondió: «No temas, que hay más con nosotros que con ellos.»
17 Oró Eliseo y dijo: «Yahveh, abre sus ojos para que vea.» Abrió
Yahveh los ojos del criado y vio que la montaña estaba llena de caballos y
carros de fuego en torno a Eliseo.
18 Bajaron hacia él los arameos y entonces Eliseo suplicó a Yahveh
diciendo: «Deslumbra a esas gentes.» Y las deslumbró según la palabra de
Eliseo.
19 Eliseo les dijo: «No es éste el camino y no es ésta la ciudad. Venid
detrás de mí y os llevaré donde el hombre que buscáis.» Y los
llevó a
Samaría.
20 Cuando entraron en Samaría, Eliseo dijo: «Yahveh, abre sus ojos
para que vean.» Abrió Yahveh sus ojos y vieron que estaban dentro
de
Samaría.
21 Cuando el rey de Israel los vio dijo a Eliseo: «¿Los mato, padre
mío?»
22 El respondió: «No los mates. ¿Acaso a los que haces cautivos con
tu espada y con tu arco los matas? Pon ante ellos pan y agua para
que
coman y beban y se vuelvan a su señor.»
23 Les sirvió un gran banquete, comieron, bebieron y los despidió, y
se fueron a su señor, y las bandas de Aram no volvieron a entrar en la tierra
de Israel.
24 Sucedió después de esto que Ben Hadad, rey de Aram, reunió todas
sus tropas y subió y puso sitio a Samaría.
25 Hubo gran hambre en Samaría; y tanto la apretaron que una cabeza
de asno valía ochenta siclos de plata, y un par de cebollas silvestres cinco
siclos de plata.
26 Pasaba el rey de Israel por la muralla cuando una mujer clamó a él
diciendo: «Sálvame, rey mi señor!»
27 Respondió: «Si Yahveh no te salva, ¿con qué puedo salvarte yo?
¿Con la era o con el lagar?»
28 Díjole el rey: «¿Qué te ocurre?» Ella respondió: «Esta mujer me
dijo: “Trae a tu hijo y lo comeremos hoy; y el mío lo comeremos mañana.”
29 Cocimos a mi hijo y nos lo comimos; al otro día le dije: “Trae tu
hijo y lo comeremos”, pero ella lo ha escondido.»
30 Cuando el rey oyó las palabras de la mujer desgarró sus vestidos;
como pasaba sobre la muralla, el pueblo vio que llevaba sayal a raíz de su
carne.
31 Dijo: «Esto me haga el señor y esto me añada si hoy le queda la
cabeza sobre los hombros a Eliseo, hijo de Safat.»
32 Estaba Eliseo sentado en su casa y los ancianos estaban sentados
con él. El rey envió un hombre por delante, pero antes que
llegara el
mensajero a donde él, dijo él a los ancianos: «Habéis visto que este hijo de
asesino ha mandado cortar mi cabeza. Mirad, cuando llegue el mensajero,
cerrad la puerta y rechazadle con ella. ¿Acaso no se oye tras de él el ruido
de los pasos de su señor?»
33 Todavía estaba hablando con ellos cuando el rey bajó al él y dijo:
«¡Todo este mal viene de Yahveh! ¿Cómo he de confiar aún en Yahveh?»